TOMÁS DE PERRATE

Tres golpes, redux - trío
- Tomás Fernández Soto, antes "Tomás de Perrate": VOZ
- Francisco Zambrana Torres, "Paco de Amparo": GUITARRA
- Agustín Jiménez Delgado, "Agustín Jiménez": PERCUSIONES
Con PERRATE ese atributo, el de flamencos radicales, toma su más hondo sentido. No son solamente radicales por la forma extrema de sus propuestas artísticas, además van a la raíz, conocen o son literalmente raíz.
Tres golpes es la apuesta radical de PERRATE por el presente de su apellido. Perrate tiene el significado original de «puro», que no es algo que tenga que ver con la sangre ni con la tradición ni con el linaje. Puro tiene que ver con la forma.
«Tres golpes» es en su origen un fandango callejero de Los gaiteros de San Jacinto, un grupo colombiano en la tradición de la música africana que llevaron los esclavos y tantos libertos de la zona del Pacífico. Para PERRATE es una proclama también, algo que ordena las distintas propuestas que hay en este trabajo.
Tres golpes lleva por un lado cantes con una forma familiar propia, no tanto cantes de la casa, más bien de la puerta de la casa, que es donde a menudo se hacían así, crudos, sin adornos. Por otro lado, hay una personal aproximación a formas que pudieron haber estado en el venero del flamenco, pero que, por alguna razón, se perdieron. Me refiero a la chacona, la jácara o la folía que Tomás hace, no con la coartada historicista, sino, más bien, imaginando qué hubiera pasado con estas formas si hubiesen atravesado los dos siglos de metamorfosis -algunos lo llamaban «degeneración»- que significa el flamenco. Finalmente, y a partir de ese mismo sentido, hay formas nuevas para tonás, romances, seguiriyas y seguidillas, un nuevo sonido, táctil, algo que se puede tocar, palpar, pesar.




Descendiente de una de las grandes dinastías gitanas del cante flamenco, la de los ‘Perrate’ de Utrera. Nieto de ‘Manuel Torre’, hijo de ‘Perrate de Utrera’ y sobrino de ‘Maria la Perrata’. Comparte lazos familiares con los ‘Agujetas’, los Peña (‘El Lebrijano’, ‘Dorantes’) o ‘Bambino’, entre otros.
Y aunque el ambiente familiar, y la genética ¿por qué no?, marcan una tendencia, sin embargo, sus primeros amores fueron por el rock y no por el flamenco. Siempre le gustaron la batería y la guitarra eléctrica. Pero en 1999, durante la celebración de una boda, improvisando un cante cualquiera con los ojos cerrados, al abrirlos y levantar la vista vio a algunos llorando de la sorpresa y la emoción. Aquella fiesta fue reseñada por el periodista y crítico flamenco Miguel Acal: “Estuvo cuatro minutos cantando por bulerías para hacerse jirones la camisa, está verde, muy verde, pero es un diamante de muchos quilates, el padre y el abuelo ensamblados en su voz, la dulzura y el ritmo solemne del padre y el eco enervado de Manuel”. Poco después lo invitan a participar en el disco colectivo ‘Navidad en Utrera’ y queda impresionado al oír su propia voz grabada. Todo aquello le marcó para siempre y le embarcó desde entonces en la aventura de crear, con perseverancia en el trabajo, afición y honradez, su propia realidad dentro del flamenco profesional, que ha compaginado durante muchos años con la profesión de peluquero de señoras que ha ejercido en su propia peluquería desde 1989, durante treinta años.